lunes, 9 de noviembre de 2009

TESOROS NATURALES DEL BIERZO LAGO DE CARUCEDO

TESOROS NATURALES DEL BIERZO LAGO DE CARUCEDO

TESOROS NATURALES DEL BIERZOLAGO DE CARUCEDO

Campañana o La Campañana es un pequeño pero acogedor pueblo, del municipio de Carucedo, en la Comarca del Bierzo. Una nota destacable es que, como anexa a Carucedo, se encuentra la Iglesia de la Candelaria. Todavía se conservan como tareas tradicionales varios telares, dedicados a la confección con lino y lana.
El lago se ubica a unos 6 kms. de distancia de la localidad de Las Médulas. Su superficie aproximada ocupa una extensión de unas 57 ha. En el extremo más occidental de la Comarca del Bierzo, es un ejemplo notable de la categoría de lagos de “barrera o de recogida de aluviones”. Originado y configurado probablemente a partir de una colmatación del valle debido al cierre que crearon los restos de lavados y lodos auríferos de las explotaciones metalíferas de Las Médulas.


FLORA Y FAUNA:
Por lo inusual en tierras bercianas, en las cercanías de la laguna, se puede observar un bosque de acebuches. Está, asimismo, rodeado por motas de castaños, encinas y juncos, más bien esparcidas y no compactas. Pero su auténtica riqueza y diversidad es, sobre todo, faunística. Así, en sus calmadas aguas encuentran cobijo bandadas de patos y, nadando entre sus aguas, anguilas, bogas y truchas, aunque se viene confirmando que cada vez en menor o escaso número.
Las aves acuáticas que habitan este ecosistema, según la época anual, son variables en proporción y especies. Su relevancia se puede comprender por ser el único humedal del Bierzo con cierta entidad o importancia.
En general, las comunidades de aves van en clara disminución, si bien se pueden detectar casi siempre: cormoranes grandes, alguna pareja de somormujos lavancos, fochas comunes y, con un poco de suerte, unas pocas cercetas comunes, alguna pareja de ánade real y, difícilmente, zampullines cuellilargos, zampullines comunes, una pareja mixta de porrón común y porrón moñudo y, raramente, una garza real.
A comienzos del invierno es más factible poder ver: parejas de ánade silbón, al lado de los reales, al ruiseñor bastardo y rastros de presencia de buitrón, bisbitas y lavanderas blancas o cascaderas, apostadas de vez en cuando, en el perímetro lacustre.
En la época estival son apreciables a la vista: algunos somormujos, parejas de ánades reales, el roscón común, pollas de agua fuera de sus carrizales o unos pocos carriceros tordales.
Se dan, en las inmediaciones del lago, unos contados bosques de ribera. Ellos son un refugio perfecto para que se establezcan e instalen aquí dormideros de estorninos y urracas y, en ciertas zonas, numerosos fringílidos.
Además, en ciertos períodos del año, acampan grupos de luganos, péridos y, en menor cuantía, mosquiteros comunes o una media docena de escribanos palustres.


LEYENDAS:
La imagen actual del lago se nos antoja más misteriosa, enigmática y mágica que antaño.
Así, cronológicamente, es preciso relatar:
-Plinio el Viejo hizo alusión a él por la excepcionalidad de la cantidad de anguilas que contenía.
-Otro episodio fantástico relaciona este espacio con la ciudad de Lucerna, sumergida y anegada por sus pobladores, ante su inminente conquista por Carlomagno. También se extendió la creencia de que, en su fondo, se hallaba Durandarte, la célebre espada de Roldán.
-En el ámbito prerromano, se cuenta que el lago surgió por las lágrimas de la semidiosa celta Bernia como consecuencia de un desamor con el centurión Cancio.
-Se dice que, por sus orillas, paseó Dª Beatriz de Ossorio, que prefirió enclaustrarse en el próximo convento de S. Mauro de Villarrando antes que desposarse con el Conde de Lemos, al estar locamente enamorada de D. Álvaro, el Señor de Bembibre.
Con respecto a esta historia romántico-sentimental, se nos ha transmitido un apasionante relato:
“En el próximo Castillo de Cornatel vivía en otros tiempos un señor templario. En una de sus cacerías, sorprendentemente, se encontró con una bella pastora o “vaqueira”. Quedó prendado totalmente de ella: la violó y forzó.
Enterado su mozo de la afrenta, se dirigió yendo en busca del noble. Al hallarlo, le clavó un cuchillo en el vientre, acabando con su vida. Tuvo que huir, seguidamente, a “tierra de morería”, ante la suposición de terribles represalias en su contra. Volvió mucho tiempo después, sirviendo como monje en el monasterio cercano a Carucedo, del que llega a ser abad. Las gentes de todo el contorno le imploran, pues se quejan de una bruja que los atemoriza con extraordinarios poderes para el “mal de ojo” y las desgracias. Acude, pues, el abad en busca de la mujer para conjurarla y exorcizarla. Esta mujer es su antigua amada. Se abrazan y el encuentro es tan apasionado que se producen fenómenos extrahumanos: del cielo provienen rayos, truenos y centellas, la ermita que los protegía tembló y se estremeció y el valle entero quedó cubierto por las aguas. Así apareció el lago de Carucedo. En la ermita que desapareció bajo las Aguas aún se mantendrían señales de este increíble evento.




D. Enrique Gil y Carrasco, extraordinario literato romántico, se refiere a él en una escueta novela mezclando en su argumento referencias históricas, como la caída del Reino de Granada y el magno descubrimiento de América, con una serie de elementos de tipo legendario en relación al lago vecino de Las Médulas.
TEORÍA HISTÓRICA:
Defiende la casi totalidad de historiadores que han investigado el tema que el lago fue un producto humano-artificial, para evitar que el cauce del río Sil se obstruyera con la cantidad ingente de aportes derivados de la explotación aurífera de Las Médulas.



PROBLEMÁTICA MEDIOAMBIENTAL: El lago está afectado por dos lacras que pronostican un sombrío futuro: la contaminación de sus aguas, manifestada en la turbidez y opacidad, y por la pesca excesiva que esquilma la mayoría de las especies autóctonas.
Se ha llegado en los tiempos actuales a tener el lago convertido en un estanque acuícola de proporciones considerables, el agua que contiene con una opacidad constante y la fauna piscícula a punto de desaparecer, salvo carpas y “black-bass”.
La situación se ha deteriorado hasta tal punto que, hace no muchos años, en otoño abundaban las algas (“oucas”, en el lenguaje usual) y ahora son escasas y, es más, no se tiene constancia de haber visto sanguijuelas, ni ratas de agua ni culebras de agua en varias temporadas.

Gran artículo de nuestro colaborador el profesor:
MARCELíNO B. TABOADA

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