viernes, 26 de febrero de 2010

LUGARES SINGULARES DE EL BIERZO: MONTES DE VALDUEZA


Este pueblo, otrora de gran renombre, cuenta actualmente con sólo 28 hab. censados. Se sitúa a una altitud apreciable, de 1.000 m.
Su denominación más tradicional y añeja es la de S. Pedro de Montes, nombre utilizado por los lugareños. Sin embargo, algunas publicaciones se refieren a él como S. Pedro de Montes de Valdueza.
Se trata de una Pedanía perteneciente al municipio de Ponferrada, en la región de El Bierzo, enclavado dentro de la antigua Comarca de Valdueza, caracterizada por corresponderse con la Cuenca del río Oza.
Su Junta Vecinal y, asimismo, su Alcalde-Pedáneo Manolo Gancedo están cercanos o afiliados al Partido de El Bierzo.
Su génesis conocida nos indica que surgió en el entorno aledaño al Monasterio de Montes, cuya fundación se debe a S. Facundo en el siglo VII de nuestra era. Al situarse en el mismo pueblo, sus posesiones amplias se identifican con la Quintería de Montes. Se ubica en el valle por donde discurren, tras su nacimiento, las aguas del río Oza.


Como elemento visible, en la ladera opuesta a la de la localización de este pueblo, se hallan los vestigios de un castro posiblemente prerromano, que fue destinado con posterioridad a privilegiada atalaya para la vigilancia y control de los canales o “carriles”romanos, que recogían las aguas de las cumbres conduciéndolas hasta las Médulas. Este castro, entre rocas próximas, era distinguido como Rupiano y su apelativo se aplicó también al Monasterio (Rupianense), según cita de S. Valerio.

HISTORIA:
Los orígenes del monasterio de S. Pedro de Montes se han de fijar, como ya se dijo, en el siglo VII. A finales del s. IX es restaurado por S. Genadio, a raíz de lo cual se consagra su Iglesia en el 919. Durante el s. XI, Montes pasa por una etapa esplendorosa transformándose en un poderoso cenobio, con bienes y diversas propiedades en el Valle del Oza, en El Bierzo, en la Cabrera, en Valdeorras,… con su consecuente predominancia. Es, entonces, el momento en que se produce una restauración relevante del edificio, que prosigue incluso en el período del abadiato de D. Munio (1.165-1.169).
Pasada la crisis persistente que vive el mundo monacal en la Baja Edad Media, Montes se subsume en el seno de la Congregación benedictina de Valladolid.
No sería hasta finales del s. XVI cuando se completa el vallado o cerca monástica y, a partir de aquí, se irá extendiendo y ampliando lentamente, así como ganando terreno, hasta su exclaustración.


En las postrimerías del s. XIX padeció las consecuencias de un aterrador incendio, que precipitó y aceleró la ruina del edificio ya prácticamente abandonado.
La Iglesia, que es la parte del conjunto en mejor estado, mantiene en líneas generales la traza románica, aunque con añadidos notorios del s. XVIII. Su planta es de tipo basilical, constando de tres naves rematadas por una cabecera triple con sus correspondientes ábsides semicirculares y, además, con un tramo culminado con una bóveda de cañón.
El templo dispone de dos portadas, una en la pared occidental y otra en la meridional. La principal se encuentra en sus pies, data de 1.750 y está como encajada entre la torre y el claustro.
La torre se sitúa a los pies del evangelio, cubierta con un chapitel de pizarra y, en la zona superior o alta de su cuerpo, se observan perforaciones que se deben a ventanas con algunos capiteles visigodos. En el interior del local sagrado se contienen retablos con imágenes de S. Genadio, de S. Pedro y de S. Benito, a la vez que una talla de la devocional Virgen de la Güina del s. XIII que, con su compañera de Villanueva de Valdueza, sube cada mes de julio (en concreto, cada primer domingo) hacia la ermita de la Güina. Ambas procesiones tan arraigadas y concurridas ofrecen el espectáculo de la pugna de los mozos para portar a la Patrona sobre sus hombros, por aquellas costosas y empinadas sendas, lo cual es digno de ver.
Por lo que se refiere a los objetos muebles de catalogación artística del templo, merecen una particular mención el retablo mayor de connotación churrigueresca clara, varias arquetas conteniendo reliquias, una talla-relicario de S. Genadio, obra de estilo rococó de buena factura debida a la bella decoración y ornato de sus ropas, una Virgen gótica y
unas cuantas tablas de tintes rafaelescos.

El pueblo de Montes está considerado como uno de los más emblemáticos, hermosos e interesantes de todo el noroeste peninsular, por su encanto extraordinario y por un arcaísmo que se respira en todos sus rincones.
Fue declarado Monumento Nacional ya en 1.931 y su cenobio tiene su origen que se remonta al año 635, al decidirse por entonces S. Fructuoso a crear una comunidad en este preciso y precioso lugar. La Iglesia anexa parroquial actual es de estilo tardorrománico, fundamentalmente. Ahora bien, en ella se distinguen partes que demuestran la reforma o modificación habida en el siglo XVIII; en cualquier caso, los detalles y elementos artísticos son de considerable interés.
Superado el período desamortizador, en 1.835, los campesinos residentes y una familia destacada y poderosa, los Valdés, se apropiaron tanto de las propiedades o terrenos como de las rentas que generaban; llegando así hasta el año 1842, en que se desencadenó un pavoroso incendio que dejó semiderruido el monasterio. En sus patios, desde ese hecho, los labradores plantaron y cultivaron hortalizas y patatas.
A día de hoy, el viajero o turista puede pasear y caminar por lo que era el interior de los amplios y vigorosos muros, al haberse efectuado el desescombro adecuado, percibiendo una visión evocadora de un romanticismo ligado a lo desaparecido o sugerido por las ruinas, donde se hospedan y crecen aún nogales centenarios afectando sus raíces parcialmente a la estabilidad de algún muro.

SAN VALERIO NOS DESCRIBE LA TEBAIDA BERCIANA:
“Es un lugar parecido al Edén y tan apto como él para el recogimiento, la soledad y el recreo de los sentidos. Cierto es que está vallado por montes gigantescos, pero no por ello creas que es lóbrego y sombrío, sino rutilante y esplendoroso de luz y de sol, ameno y fecundo, de verdor primaveral.
¡Qué delicia contemplar desde aquí vallados de olivos, tejo, laureles, pinos, cipreses y los frescos tamarindos, árboles todos de hojas perennes y perpetuo verdor! A este inmarcesible bosque le llamamos Dafne por sus emparrados rústicos de cambroneras que brotan espontáneas y trepan por los troncos y forman amenísimos y compactos toldos, y refrescan y protegen nuestros miembros de los rigores del estío y nos proporcionan mayor frescor que los antros de las rocas o la sombra de las peñas, mientras que el oído se regala con el muelle del cantar del arroyo que a la vera corre, y la nariz se embriaga con el nectáreo perfume de las rosas, los lirios y toda clase de plantas aromáticas. La belleza y acariciadora amenidad del bosque que calma los nervios y el amor auténtico, puro y sin fingimientos, inunda el alma.”



PROMOCIÓN TURÍSTICA:
El turismo ha sufrido un incremento notable, a pesar de no existir ninguna casa de alojamiento rural y de los deficientes y penosos accesos, problemas agravados con el desastroso estado de sus calles, consecuencia de una precaria acometida de alcantarillado y saneamiento que no respetó las antiguas calzadas medievales y, además, con el obstáculo que supone la falta de una gestión idónea de las visitas al Monasterio.
El intento loable, por parte de la Junta Vecinal, de recuperar e impulsar las fiestas, juegos y tradiciones autóctonas, al mismo tiempo que la conclusión en una primera fase de la rehabilitación del Monasterio y su Iglesia, la innegable belleza de todo el entorno y la labor de recuperación de sendas y caminos (sirviéndose, muchas veces, del trazado de los antiguos canales romanos) y la promoción que le han otorgado los medios de comunicación están consiguiendo que vaya figurando con mayor frecuencia entre los destinos ineludibles en las visitas a El Bierzo.
Para los deseosos de realizar un itinerario por el Valle del Oza, sería imperdonable no tener presente:
- El Monasterio de S. Pedro de Montes.
- La Iglesia, adjunta al Monasterio.
- La Ermita de la Sta. Cruz, que conservaba unos relieves prerrománicos destacados en su frontispicio, pero que fueron objeto de un robo-expolio en el mes de febrero de 2007 con el resultado de la desaparición de su lápida fundacional, que estaba fechada en el 905.
- El Castro Rupiano.
- Las ruinas de la antigua y especial Herrería de Montes.
- El pueblo, sus calles y casas típicas y cualquiera de las numerosas rutas de senderismo que de él parten.

O PEREIRO

No hay comentarios:

Publicar un comentario